Día del Maestro
Cuando toca celebrar algunas de las fechas cívicas que señala el calendario, la aproximación que uno tiene a ellas es de distinto orden; sin menos cabo de otras, junto con el día de la madre y del padre, está el del maestro.
Desde muy antiguo los maestros jugaron un rol muy importante en la historia, y en la formación de la cultura; ellos han tenido un papel protagónico en la educación del hombre donde era esencial sabiduría, su calidad humana y la relación que establecía con su discípulo.
Sin lugar a dudas con los años van quedando en nuestra memoria, desde los primeros años de colegio, y como inicio de nuestra primera salida al mundo; las primeras relaciones con el primer adulto que no es parte de la familia y que por la frecuencia, acogida, y calidez, que nos daban se tornaba uno de los personajes más importantes para el niño. De allí que la afectividad este tremendamente ligada a ellos, y podamos recordarlos con tanta intensidad. Los maestros y maestras, han sido muchas veces los testigos excepcionales de las primeras travesuras, los primeros amores (de los cuales muchas de ellas fueron objeto), de los fracasos, el empeño, y de nuestra socialización.
Hoy por hoy, ante el destello de lo nuevo, la globalización, la atracción de lo que hay por conocer, los mayores alcances de la tecnología, y la frialdad de la cifra; el maestro se enfrenta a la inmensa tarea de esforzarse en ser coherente con su vocación formadora y ofrecer con la fuerza de su testimonio un horizonte de esperanza humanizadora para quienes están en sus manos.
La tentación en la que muchos educadores han caído, ha sido entender a la educación desde la inmediatez del mundo de hoy; es decir volver únicamente sobre desarrollo de habilidades, establecimientos de objetivos medibles, formulación de programas, entre otros; olvidando el carácter de trascendencia que tiene la educación. Sin menospreciar las innovaciones que las ciencias pedagógicas, de gestión y tecnológicas nos han alcanzado; tenemos que tener presente que la educación es un trabajo de artesano en el que conjugan infinidad de factores humanos en los que el maestro es un actor de primer orden.
Ser maestro podemos decir que es una forma de ser persona, es una manera de relacionarse y de ser sensible a las necesidades y posibilidades de los demás, una forma de aproximarse a los alumnos. Es una persona que reconoce sus virtudes y limitaciones para no confundirlas con las de los alumnos, a la vez que estimula en el alumno el propio conocimiento así como el despliegue de sus capacidades y posibilidades. La relación entre quien enseña y quien aprende debe ser humana y -a la vez- humanizadora. Así, la educación, es un encuentro que permite el crecimiento de las personas en un proceso que se basa en el diálogo orientador.
En este día, saludamos a los verdaderos maestros, anónimos y esforzados, que diariamente se acercan a formar el futuro de nuestro país; a los que con sueldos bajísimos trabajando en dos o tres turnos, continúan reciamente aferrados a su labor; los que marchan por mejoras, los que padecen el cada vez menor presupuesto nacional, los que a pesar de tener poco apoyo no se hacen víctimas del depreciado rol del maestro en el Perú y saben de su invalorable dignidad, los que ocuparon el lugar de los padres en su ausencia, los que se atrevieron a romper el rol para ofrecer generosamente su vida a los alumnos haciéndose parte de sus historias… Esos maestros, créanme, existen.
Por todo ello, de entre todas las fechas cívicas que celebra el calendario, para nosotros la del maestro, sin lugar a dudas tiene especial significación.
Cuando toca celebrar algunas de las fechas cívicas que señala el calendario, la aproximación que uno tiene a ellas es de distinto orden; sin menos cabo de otras, junto con el día de la madre y del padre, está el del maestro.
Desde muy antiguo los maestros jugaron un rol muy importante en la historia, y en la formación de la cultura; ellos han tenido un papel protagónico en la educación del hombre donde era esencial sabiduría, su calidad humana y la relación que establecía con su discípulo.
Sin lugar a dudas con los años van quedando en nuestra memoria, desde los primeros años de colegio, y como inicio de nuestra primera salida al mundo; las primeras relaciones con el primer adulto que no es parte de la familia y que por la frecuencia, acogida, y calidez, que nos daban se tornaba uno de los personajes más importantes para el niño. De allí que la afectividad este tremendamente ligada a ellos, y podamos recordarlos con tanta intensidad. Los maestros y maestras, han sido muchas veces los testigos excepcionales de las primeras travesuras, los primeros amores (de los cuales muchas de ellas fueron objeto), de los fracasos, el empeño, y de nuestra socialización.
Hoy por hoy, ante el destello de lo nuevo, la globalización, la atracción de lo que hay por conocer, los mayores alcances de la tecnología, y la frialdad de la cifra; el maestro se enfrenta a la inmensa tarea de esforzarse en ser coherente con su vocación formadora y ofrecer con la fuerza de su testimonio un horizonte de esperanza humanizadora para quienes están en sus manos.
La tentación en la que muchos educadores han caído, ha sido entender a la educación desde la inmediatez del mundo de hoy; es decir volver únicamente sobre desarrollo de habilidades, establecimientos de objetivos medibles, formulación de programas, entre otros; olvidando el carácter de trascendencia que tiene la educación. Sin menospreciar las innovaciones que las ciencias pedagógicas, de gestión y tecnológicas nos han alcanzado; tenemos que tener presente que la educación es un trabajo de artesano en el que conjugan infinidad de factores humanos en los que el maestro es un actor de primer orden.
Ser maestro podemos decir que es una forma de ser persona, es una manera de relacionarse y de ser sensible a las necesidades y posibilidades de los demás, una forma de aproximarse a los alumnos. Es una persona que reconoce sus virtudes y limitaciones para no confundirlas con las de los alumnos, a la vez que estimula en el alumno el propio conocimiento así como el despliegue de sus capacidades y posibilidades. La relación entre quien enseña y quien aprende debe ser humana y -a la vez- humanizadora. Así, la educación, es un encuentro que permite el crecimiento de las personas en un proceso que se basa en el diálogo orientador.
En este día, saludamos a los verdaderos maestros, anónimos y esforzados, que diariamente se acercan a formar el futuro de nuestro país; a los que con sueldos bajísimos trabajando en dos o tres turnos, continúan reciamente aferrados a su labor; los que marchan por mejoras, los que padecen el cada vez menor presupuesto nacional, los que a pesar de tener poco apoyo no se hacen víctimas del depreciado rol del maestro en el Perú y saben de su invalorable dignidad, los que ocuparon el lugar de los padres en su ausencia, los que se atrevieron a romper el rol para ofrecer generosamente su vida a los alumnos haciéndose parte de sus historias… Esos maestros, créanme, existen.
Por todo ello, de entre todas las fechas cívicas que celebra el calendario, para nosotros la del maestro, sin lugar a dudas tiene especial significación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario