Sobre una propuesta de la Pontificia Universidad Católica
La Universidad Católica nos ha sorprendido a todos con una novedosa propuesta para los estudiantes. La idea es que los alumnos pertenecientes al quinto superior de algunos colegios, pueden tener acceso a la universidad, y en un ciclo que iría de mayo a octubre, se definiría su ingreso. Es decir, la Universidad Católica tendría alumnos virtuales que todavía transitan los patios escolares.
Es duro constatar cómo en la vorágine de nuestros tiempos, esta búsqueda irracional por conseguir los objetivos económicos planteados no respetan ni siquiera un fuero tan elemental y querido; para los que nos sentimos comprometidos, como es la educación. Es duro encontrar como las instituciones responsables de la formación de los alumnos se disputan a los clientes ofertando las más inusuales propuestas, jaloneándose a los alumnos sin siquiera haber salido de la escuela.
Cuando allá en la PUC se decidió proponer esta opción, ¿pensó antes que nada en los alumnos, quienes son la razón de la educación? ¿Tomó en cuenta los procesos internos, emocionales, sociales y de maduración de los ¨ beneficiados ¨? Esta propuesta de la Universidad Católica no es más que un grano de arena en nuestra surrealista realidad peruana; en la que vamos a encontrar universitarios de 16 años, miembros de dos casas de estudios sin haber concluido lo esencial, como es la etapa escolar.
Como sabemos, ya le es difícil al alumno la salida del colegio. Cerrar una etapa importante de su vida, decidir la carrera, enfrentarse a un nuevo mundo con una serie de cambios, de exigencias. Ya interfería bastante el hecho de las academias, de las preuniversidades, la primera opción, y el tercio superior, entre otras; como para tener ahora esta nueva situación que no hace más que desordenar aún más al alumno.
Ya el colegio tenía suficiente con salir al encuentro de padres de familia desorientados, con escolares estresados ante tanto desconcierto organizado, como para que se aumenten los factores de presión. ¿Dónde están los entes reguladores del Ministerio? Los que somos responsables de la educación no permitamos que esta etapa de tránsito hacia los llamados ¨ estudios superiores ¨ sea tierra de nadie, y dejemos a nuestros jóvenes a la suerte del libre mercado.
Preocupa que la educación, recientemente declarada en emergencia, se enfrente a este nuevo componente que nos proporciona la PUC, y que sin lugar a dudas generará lo suyo en la escuela. Preocupa que los educadores no pensemos en la educación.
¿Hasta cuándo los colegios van a ser convidados de piedra en esta descarnada pelea entre academias, institutos y universidades? ¿Es que no tienen nada que decir?
Convoquemos a los colegios particulares y nacionales, a las universidades e institutos, a pensar en el alumno; congreguémonos una vez más todos los educadores en nuestra original intención de formar hombres capaces de pensar en el hombre.
La Universidad Católica nos ha sorprendido a todos con una novedosa propuesta para los estudiantes. La idea es que los alumnos pertenecientes al quinto superior de algunos colegios, pueden tener acceso a la universidad, y en un ciclo que iría de mayo a octubre, se definiría su ingreso. Es decir, la Universidad Católica tendría alumnos virtuales que todavía transitan los patios escolares.
Es duro constatar cómo en la vorágine de nuestros tiempos, esta búsqueda irracional por conseguir los objetivos económicos planteados no respetan ni siquiera un fuero tan elemental y querido; para los que nos sentimos comprometidos, como es la educación. Es duro encontrar como las instituciones responsables de la formación de los alumnos se disputan a los clientes ofertando las más inusuales propuestas, jaloneándose a los alumnos sin siquiera haber salido de la escuela.
Cuando allá en la PUC se decidió proponer esta opción, ¿pensó antes que nada en los alumnos, quienes son la razón de la educación? ¿Tomó en cuenta los procesos internos, emocionales, sociales y de maduración de los ¨ beneficiados ¨? Esta propuesta de la Universidad Católica no es más que un grano de arena en nuestra surrealista realidad peruana; en la que vamos a encontrar universitarios de 16 años, miembros de dos casas de estudios sin haber concluido lo esencial, como es la etapa escolar.
Como sabemos, ya le es difícil al alumno la salida del colegio. Cerrar una etapa importante de su vida, decidir la carrera, enfrentarse a un nuevo mundo con una serie de cambios, de exigencias. Ya interfería bastante el hecho de las academias, de las preuniversidades, la primera opción, y el tercio superior, entre otras; como para tener ahora esta nueva situación que no hace más que desordenar aún más al alumno.
Ya el colegio tenía suficiente con salir al encuentro de padres de familia desorientados, con escolares estresados ante tanto desconcierto organizado, como para que se aumenten los factores de presión. ¿Dónde están los entes reguladores del Ministerio? Los que somos responsables de la educación no permitamos que esta etapa de tránsito hacia los llamados ¨ estudios superiores ¨ sea tierra de nadie, y dejemos a nuestros jóvenes a la suerte del libre mercado.
Preocupa que la educación, recientemente declarada en emergencia, se enfrente a este nuevo componente que nos proporciona la PUC, y que sin lugar a dudas generará lo suyo en la escuela. Preocupa que los educadores no pensemos en la educación.
¿Hasta cuándo los colegios van a ser convidados de piedra en esta descarnada pelea entre academias, institutos y universidades? ¿Es que no tienen nada que decir?
Convoquemos a los colegios particulares y nacionales, a las universidades e institutos, a pensar en el alumno; congreguémonos una vez más todos los educadores en nuestra original intención de formar hombres capaces de pensar en el hombre.
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